https://www.fundacionlafuente.cl/entrevistas/ediciones-liebre-queremos-innovar-en-los-formatos-de-li
Por Pablo Espinosa
2 de junio, 2022
Ediciones Liebre es un sello chileno dedicado exclusivamente a las publicaciones para niñas y niños de 0 a 6 años. Fundado el año 2016, cuenta con colecciones que se caracterizan por su resistencia y por sus innovadores formatos. “Nos preocupamos de que los libros sean un objeto que se desee atesorar”, explican las fundadoras de Liebre en esta entrevista. [Créditos portada: Ed. Liebre]
La principal motivación de Paloma Valdivia y Mónica Bombal al fundar Ediciones Liebre el año 2016, fue experimentar con las posibilidades de los libros para la primera infancia. “Veíamos con admiración cómo en Chile estaban surgiendo o se consolidaban buenos proyectos editoriales de libros infantiles, pero casi siempre en formatos tradicionales; salvo los kamishibai, que solían destacar. Eso fue lo que nos motivó a innovar”, comentan a La Fuente. Ambas tenían experiencia en el mundo del libro. Valdivia como autora e ilustradora, y Bombal como historiadora y excoordinadora del Plan Nacional de la Lectura.
Acordeón, la última colección de Liebre, fue lanzada en 2021. Consiste en tres libros de gran formato, sin palabras, que se abren por 3,36 metros por lado, formando casi 7 metros de lectura/exploración. Los libros de esta colección —inspirada en Tener un patito es útil, de Isol— son El mar, de Pablo Luebert; El bosque, de Sebastián Ilabaca; y La montaña, del italiano Andrea Antinori. Cada libro está repleto de personajes y solapas que, al levantarlas, revelan distintas situaciones. El material es un cartón resistente, que permite que el libro se pueda parar como un muro en forma de zigzag y observar cómodamente desde el piso.
“Nos gusta la idea de pensar en una necesidad y crear esa solución —explican Bombal y Valdivia—. Es por esto que hasta el momento solo hemos publicado proyectos nuestros, porque nos interesa comenzar las colecciones desde cero, con mucha libertad. En el caso de los libros Acordeón, antes de hacerlos, pensamos, ¿qué podríamos aportar para este encierro, pensando en niños que han estado tanto tiempo con espacios limitados en sus casas? Y nuestra respuesta fue inmediata: naturaleza y refugio. Con estos libros los niños pueden crear su propio rincón rodeado de escenas de naturaleza y alegría”.
La naturaleza y el juego estuvieron también presentes en la primera colección de Ediciones Liebre, del año 2017. Pikabú consiste en libros pop-up, que a través de versos y adivinanzas proponen acertijos que niñas y niños deben resolver, antes de dar vuelta la página y ver cómo la respuesta se revela casi mágicamente. Los libros son tres: ¡Piu!, sobre aves; ¡Crack!, sobre huevos, y ¡Puf!, sobre caca. Sí, sobre caca. ¡Puf! —seleccionado en la prestigiosa lista White Ravens 2019— muestra a siete animales, que deben ser identificados por medio de su excremento; algo que sobre todo divierte a niñas y niños.
“Intentamos crear libros que sean de interés de los niños y la naturaleza es un tema que los atrae espontáneamente. En la colección Pikabú pueden indagar de un modo poético, pero también con base científica (expandida en la última página informativa), en animales, y en Acordeón, en paisajes naturales. Creemos también que cuando una persona conoce algo en profundidad lo quiere y por ello lo cuida”, dicen las editoras sobre su interés en la naturaleza.
Los tres títulos de Pikabú cuentan con ediciones digitales; Apps bilingües con contenido multisensorial, disponibles en Google Play y en App Store. Los libros fueron musicalizados y permiten a los lectores deslizar el dedo para recorrer las diferentes plumas, cacas o huevos, descubrir las pistas, memorizar los versos y grabar la voz. ¡Puf!, en su versión digital, ganó el año 2021 la categoría Publicaciones Digitales de los Premios Literarios otorgados por el Ministerio de las Culturas de Chile.
El papel de la lectura
La importancia de los libros y la lectura durante la primera infancia, es algo en lo que coinciden los expertos y en lo que se ha tomado mayor atención en los últimos años. La última versión del festival Somos Lectores, organizado por Fundación La Fuente el 2022, precisamente, estuvo dedicada a la lectura en niñas y niños menores de 6 años, haciendo énfasis en la oralidad y la sonoridad, a través de talleres, obras de teatro y charlas para adultos.
Carolina Ojeda, Máster en Libros y Literatura para niños y jóvenes en la Universidad Autónoma de Barcelona, y directora de Troquel, Centro de estudios de La Fuente, ha señalado sobre la lectura a temprana edad: “Podríamos pensar que solo con hablarle al niño es suficiente, pues lo estamos insertando en el lenguaje; sin embargo, la lectura de libros suma un ingrediente fundamental: lo literario. El lenguaje literario es muy distinto al lenguaje cotidiano hablado. El lenguaje literario utiliza metáforas, alegorías, palabras en un orden otro. La construcción de una historia involucra un ritmo y una sonoridad que no utilizamos en el lenguaje hablado. Y estas cualidades del lenguaje literario —la poesía, con su ritmo y su repetición; la ficción con la indeterminación del Había una vez— son las que van a instaurar los cimientos lingüísticos y simbólicos que forjarán el desarrollo psíquico, emocional e intelectual de la guagua y del niño”.
El mayor interés en la literatura para la primera infancia, se ha reflejado en el panorama editorial chileno en nuevos proyectos para este público, lo que ha provocado que surjan también distinciones. Ibby Chile otorga la Medalla Colibrí a los mejores libros del año para bebés y los Premios Literarios Marta Brunet, del Ministerio de las Culturas, tienen desde el año 2017 una categoría especial para los libros dirigidos a la primera infancia. Han sido destacados por estos premios los sellos chilenos Ekaré sur, Gata Gorda, Zig-Zag y Ulla Books, entre otros, además de la misma editorial Liebre, que recibió el año 2019 la Medalla Colibrí por la colección Pikabú. Esta tendencia se ha replicado también en Latinoamérica a través de sellos como Alboroto ediciones (México), Cataplum (Colombia – Venezuela) y Periplo (Argentina).
Bombal y Valdivia coinciden en detectar una creciente atención en publicaciones para la primera infancia. “Pasamos de la pregunta para qué leer a las guaguas a un cómo hacerlo —afirman—. Tal vez porque hay mayor divulgación científica sobre la importancia del desarrollo del lenguaje y el sensorial en los primeros años. Ya no se asume que leer es solo decodificar y que esto se enseña en la escuela durante los primeros años de educación básica, sino que incluso las bases curriculares definen lectura como un proceso en donde un lector construye sentidos a partir de un texto, y eso empieza a ocurrir desde el primer contacto con la lengua materna”.
Juego y contemplación
La segunda colección de Liebre, lanzada el 2020, fue Mi Memoria, hecha como un encargo de la red de salas cunas y jardines infantiles de Fundación Integra. En esta colección están presentes expresiones literarias infantiles clásicas, que buscan el diálogo intergeneracional. Los diez libros de la colección, ilustrados por destacados artistas nacionales, son En alta mar,
La vaca lechera, Caballito blanco, Aserrín aserrán, Arrurú, El sapito Glo Glo Glo, Juanito Bandolero, La cucaracha, Cucú y ¡Que llueva! ¡Que llueva! Todos los títulos están disponibles para descarga gratuita en la web de la Fundación Integra y de Ediciones Liebre.
“Para la formación de un lector un factor clave es el cariño que se impregna en el acto de leer y compartir la lectura —comentan Bombal y Valdivia sobre Mi Memoria—. Ese triángulo amoroso del que habla Yolanda Reyes: niño, libro y el adulto que quiere compartir ese tiempo, ese ritmo, esa narración. Cuando es una tarea impuesta, una rutina obligada los niños lo perciben. Son demasiado listos como para engañarlos”. Fue por esto que para la colección, que contó con la asesoría de Manuel Peña, investigador experto en literatura infantil, se buscaron rimas y melodías vigentes, familiares todavía para mediadores de lectura, madres, padres, abuelas y abuelos.
¿Por qué les parece necesario innovar en libros para la primera infancia?
Es un modo de diversificar las prácticas de lectura en los niños que se inician en su camino lector. El libro-juguete, el libro-tuto, el libro que sale del estante para convivir en su cotidianidad es lo que quisimos explorar. Y hemos visto que los niños se maravillan con la sorpresa y que las familias no le temen a este tipo de cambios de formatos, sino que los agradecen. Siempre hay un grado de aprehensión en que se podrán romper, pero la fascinación gana y se transforma en una oportunidad para enseñar a cuidarlos. Las expresiones de sorpresa que vemos cuando niños o adultos sienten que quiebran un huevo al abrir ¡Crack! o cuando empiezan a abrir La montaña y ven que no para de crecer es inigualable.
Creemos que los libros en primera infancia pueden ser la puerta de entrada a la lectura, por lo que nos preocupamos de cada una de sus partes: de los textos, de las ilustraciones y de la materialidad para que formen un objeto que se desee atesorar.
¿Cuál ha sido el mayor problema al imprimir este tipo de libros?
El mayor desafío sin duda ha sido la producción. Las imprentas chilenas no tienen las máquinas para hacer este tipo de libros y aunque hemos explorado en Perú y en México tampoco hemos encontrado con quienes hacerlos. Por ello nuestras producciones son en China lo que se traduce en tiempos mucho más largos por la importación. Eso sumado al alza por la crisis de contenedores producto del escenario político-económico actual.
¿Cómo seleccionaron a las autoras de los textos de la colección Pikabú, Beatriz Giménez de Ory y María José Ferrada?
Admiramos la poesía de Beatriz Giménez de Ory y María José Ferrada, que con sus estilos muy diferentes logran llegar a los niños de un modo particular. La escritura de Beatriz tiene humor, simpatía, incluso picardía, por lo que las cacas y huevos le venían como anillo al dedo en ¡Crack! y ¡Puf!; y la de María José es más contemplativa, más de evocar la naturaleza de un modo que uno siente que te habla o susurra al oído, por lo que era perfecta para escribir sobre pájaros en ¡Piu!, en formato de versos-adivinanzas. Buscamos autores que le hablen a la infancia con respeto, con ingenio y sobre todo con cercanía, sin ñoñerías ni subestimaciones.
En el caso de las ilustraciones, ¿en qué hacen énfasis al encargar a un ilustrador un libro de Liebre?
Los libros son las primeras imágenes impresas a las que los niños tienen acceso, son sus primeros museos, por ello nuestra base es entregar imágenes de calidad artística. Buscamos al ilustrador que mejor represente el texto que queremos interpretar, lo convocamos, conversamos con él y lo hacemos socio del proyecto. Nos gusta la idea de crear libros en equipo. Por eso nos gusta estar en constante conversación durante el proceso, escuchar sugerencias, aprender también de los ilustradores.
Es difícil pensar en una sola teoría sobre qué ilustraciones funcionan en primera infancia, pues hemos visto que los niños tienen gustos muy variados. Nosotras mismas de niñas, de hecho. A Paloma, por ejemplo, le gustaban los posters de Peter Brueghel que había en su casa, también un libro de ilustraciones psicodélicas de los Beatles. Es por esto que el abanico es amplio, pero siempre buscando, además de diversión, belleza, pues con nuestros libros estamos formando valores estéticos.
La colección Pikabú ya está disponible en el mercado inglés, japonés y alemán. Liebre tiene aspiraciones internacionales…
Nuestro deseo es hacer libros universales. Los niños son niños en cualquier lugar del mundo y queremos llegar a ellos globalmente. La frase “todos somos migrantes” es la que probablemente definirá este siglo. Ambas tenemos hijos de papás extranjeros, por lo que queremos hacerles sentir que no son de aquí o de allá, sino que el mundo entero es su casa. Desde ese lugar nos encanta poder convocar a escritores e ilustradores internacionales.
Este año no pudimos ir presencialmente a la Feria de Bolonia pues los protocolos eran inciertos, sin embargo, nuestros libros sí viajaron y estuvieron en el estand de Chile. Los editores de distintos países con quienes teníamos concertadas citas pasaron a verlos y recibimos muchas felicitaciones y propuestas para coeditar. Se dio también la coyuntura que Andrea Antinori, autor de La montaña es boloñés por lo que él fue nuestro embajador en mostrar la colección a editores italianos y el próximo año montaremos una exposición allá.
Han experimentado en Liebre con los libros digitales. Ya cuentan con 3 Apps, basadas en la colección Pikabú. ¿Con qué son cuidadosas al hacer una App para la primera infancia?
Si bien estamos principalmente enfocadas en la creación de libros en papel, podemos ver que hoy el uso de los dispositivos digitales en niños pequeños es cada vez más común y la pandemia ha acelerado este proceso. No es una práctica a la que convoquemos, pero entendemos que a veces es necesaria. Por eso decidimos crear y ofrecer material de calidad. Para nosotras, una App y un libro son muy diferentes, pensamos que cada uno tiene su tiempo y su espacio; sin embargo, al igual que un libro, una App también puede verse y disfrutarse en compañía de un adulto mediador.
Cuidamos que este material tenga alto contenido estético y musical. Trabajamos con el compositor Pedro Santa Cruz para lograr este objetivo. Queremos que nuestras Apps promueven el descubrimiento y admiración por la naturaleza pero por sobre todo buscamos una interfaz pausada y tranquila que permita el juego, pero también la contemplación.
Licenciado en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado, Magíster en Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es uno de los fundadores del proyecto Ojo en Tinta: podcast, revista digital y programa de televisión. En la actualidad, trabaja como investigador en la Biblioteca Nacional de Chile.
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