Por Valentina Rivera B.
A partir de trayectorias laborales distintas, pero con el claro objetivo de ofrecer un catálogo editorial innovador y orientado a la primera infancia, Mónica Bombal y Paloma Valdivia se juntaron en 2016 para dar vida a Ediciones Liebre.
Mientras Mónica venía del ámbito de las políticas públicas y de la docencia, Paloma había desarrollado su carrera como ilustradora, con vasta trayectoria en Chile y el mundo. Ambas querían fundar un proyecto propio y, ante la carencia de material para la primera infancia, definieron su nicho “en el que nos queremos quedar pues es la puerta de entrada al mundo de la lectura”.
Ediciones Liebre ya cuenta con un repertorio variado que incluso ha recibido reconocimiento internacional. Sus colecciones se caracterizan por presentar formatos –como ellas mismas describen –juguetones, y dentro de ellas se encuentran Pikabú, Acordeón y Mi Memoria. Esta última tiene la particularidad de no ser comercializada sino que distribuida gratuitamente a todos los jardines infantiles de la red Fundación Integra, junto con estar disponible para su descarga en línea.
Mónica y Paloma apuestan por un catálogo interactivo que surge en Chile, pero con una mirada de infancia más global, la que se transmite en sus textos. Aquí nos cuentan sobre el origen de Ediciones Liebre, su recorrido y misión.
¿Qué es lo que las impulsa a crear Ediciones Liebre?
Nos juntamos con la inquietud de poder abrir un catálogo editorial enfocado en primera infancia. Queremos que nos caracterice el estar siempre innovando en formatos juguetones, pensando en nuestro público y generando libros y apps que incluyan el juego, el humor y la poesía.
Cuentan con un repertorio que ya ha sido galardonado un par de veces (Colibrí IBBY 2019, White Ravens 2019 y Fundación Cuatro Gatos 2020) ¿Qué lectura hacen de estos reconocimientos?
Nos sentimos muy contentas, pero para nosotras nuestros críticos más importantes son los lectores infantiles. Si a ellos les gustan, se emocionan o se divierten es que vamos bien encaminadas. Por eso realizamos muchos talleres y visitas a colegios y jardines infantiles pues queremos conocer e interactuar con los niños y niñas que leen o juegan con nuestras colecciones.
¿Cuáles son los ejes centrales en términos estéticos y literarios que buscan relevar en las colecciones Pikabú y Acordeón? Ambas colecciones han comenzado con la búsqueda de un formato innovador, que el libro sea también un juguete que el niño pueda explorar una y otra vez sin agotarlo fácilmente, como un amigo, una compañía.
En el caso de Pikabú, nuestro primer motor fue la idea de la animación en base a cortinas de papel. Los niños lo abren y se encuentran con algo mágico que quieren seguir explorando, una pregunta en verso, una adivinanza, que al girar la página te da una respuesta de algún tema de interés para ellos, cacas, huevos y plumas. A pesar de ser un libro en papel es un libro interactivo, que pregunta, responde y se mueve.
En el caso de la colección Acordeón, teníamos el deseo de crear libros sin palabras por ser herramientas poderosas para desarrollar habilidades de alfabetización. Al intentar interpretar las ilustraciones se promueve en el niño la comprensión, se busca un vocabulario para darle voz y narrar o explicar, van entendiendo la estructura de la historia, desarrollan su imaginación. En fin, se fomenta la confianza en el pequeño lector, pues no necesita leer letras para narrar lo que sucede. Nos pareció maravillosa la idea de un formato acordeón de enormes dimensiones que rodea al niño de naturaleza en tiempos de encierro. En este caso el libro también es una compañía, un escenario cargado de pistas, solapas e historias que se podrá mirar y contar una y otra vez con propias palabras y diferentes versiones.
La colección Pikabú mezcla el mundo concreto con rimas y adivinanzas. ¿Es esta una manera de juntar el mundo no-ficcional con la ficción?
El término “hibridez” es probablemente lo que mejor define nuestra colección Pikabú. Si ya el formato de persianas-troqueles que se abren o despliegan es juguetón queríamos que también el contenido de estos libros lo fuera para que toda la propuesta terminara juguetonamente coherente. Y para ello combinar géneros discursivos, lo informativo con la poesía, nos pareció posible. Los límites y las fronteras discursivas hoy nos incomodan y creemos que el ámbito editorial es un espacio delicioso para innovar y desafiar.
La colección Acordeón se centra en la naturaleza. ¿Es ese un tema importante o recurrente en sus publicaciones? ¿Bajo qué mirada?
Este nuevo proyecto surge como una respuesta a la realidad pandémica que estamos viviendo. Aún no dimensionamos cómo los encierros prolongados afectarán a los niños. Por ello pensamos en crear una colección de libros que pudiera acompañarlos, pero no solo desde lo literario o lo informativo sino desde su formato, para que pudieran armar y rodearse de una nueva fortaleza contra el Covid, pero precisamente de lo que han estado más carentes: de naturaleza. Mucho se dice que los libros son puertas, ventanas o techos, pero aquí quisimos que también fueran escenografías.
Se trata de una colección en formato acordeón compuesta por tres títulos: El Mar, El Bosque y La Montaña que están completamente ilustrados. Cada uno tiene una extensión de 3,36 metros de largo que permiten al niño rodearse de paisajes ilustrados, divertirse con las historias y jugar con las solapas y troqueles. En esta época de confinamiento, esta colección les ofrece imágenes de escenas de alta calidad al aire libre para rodearlos de arte y naturaleza.
En ese sentido, estos libros son una compañía en tanto una invitación a crear. En ambos casos, son libros que pueden acompañar a los lectores en diferentes momentos de su vida. Son libros pensados para crecer con ellos. Los niños más pequeños pueden concentrarse en las ilustraciones, el formato y sus sorpresas, mientras los más grandes, pueden contar las historias, leer y ampliar sus conocimientos (con páginas informativas en el caso de Pikabú). En el caso de los Acordeón, pueden utilizarse como base para la creación de innumerables relatos y el inicio de otras múltiples historias.
No solo están trabajando con artistas chilenos, también en su colección Acordeón incorporan al ilustrador italiano Andrés Antinori. ¿Cómo se lleva a cabo esta colaboración?
Ya habíamos tenido la suerte de contar con la poeta española Beatriz Giménez de Ory en los libros ¡Crack! y ¡Puf! y fue una experiencia maravillosa. Es una mujer muy talentosa, que escribe con mucha gracia y humor. En esta nueva colección queríamos incluir a un artista extranjero para refrescar la mirada en este tiempo sin viajes. Admiramos la obra de Andrea Antinori y le seguimos los pasos desde que comenzó ilustrando en Italia. Lo invitamos a sumarse siendo muy libre en su propuesta y esto le resultó atractivo.
Más allá del proyecto en sí, ¿cuáles han sido los frutos de esta colaboración, en términos de multiculturalidad o cruce de miradas? Siempre nos ha gustado la idea de hacer libros en Chile, pero para el mundo. Los niños son niños antes que pensar en cualquier nacionalidad o pasaporte. Por ello, intentamos que nuestros libros trasciendan fronteras. Hemos tenido la suerte que ya nos han traducido y la colección Pikabú está disponible en el mercado inglés y japonés, y prontamente en el alemán. Pero esto también vale para los autores con los que trabajamos. Cuando ponemos el ojo en un artista es porque confiamos en su arte y por lo mismo nos gusta que se sientan parte de los proyectos Liebre. La relación entre los tres ilustradores (Sebastián Ilabaca y Pablo Luebert) fue muy entretenida y dinámica; nos encanta promover esos intercambios entre artistas y sus procesos creativos. Creemos que este cruce de miradas se verá graficado en la colección.
Portadas de los libros que conforman la colección Mi Memoria
En la colección Mi Memoria de Fundación Integra existe un rescate y resignificación desde lo visual de textos que son parte de nuestra memoria colectiva. ¿Qué las motivó a realizar esta colección?
Siempre habíamos tenido ganas de hacer una colección de folklore poético ilustrado y la Fundación Integra nos ayudó a concretarlo. Ellos querían crear libros de distintas temáticas para sus jardines infantiles y les propusimos que fueran canciones, versos y rimas que no hubieran sido ilustrados, pero que forman parte del repertorio literario de padres, abuelos y mediadores de lectura. La idea de ponerle imágenes a esos ritmos y melodías y llevarlos a un formato de libro ilustrado que se pudieran compartir entre generaciones fue un gran desafío. Surgieron preguntas como ¿Qué interpretación visual proponer a un texto tan raro como Aserrín Aserrán? ¿Cómo es la vieja que está en la cueva de la rogativa que cantamos en estos momentos de tanta sequía? Convocamos a un talentosísimo equipo de ilustradores chilenos que estaban confinados en distintos lugares de Chile y Europa y que aceptaron darle vida a la colección Mi Memoria recordando sus propias infancias.
¿Cómo los trabajaron en contexto de pandemia?
Queríamos que los niños que han tenido menos contacto con libros pudieran armarse de una mochila literaria y estética variada, potente en imágenes, como la entrada a un primer museo y estamos muy contentas con el resultado. Sabemos que acceder a libros para primera infancia en contexto de pandemia es complejo y logramos un acuerdo con la Fundación para que, tanto los libros como la guía para educadoras de párvulos Como me lo contaron te lo cuento, y no me lo invento, recopilada por Manuel Peña Muñoz, estuvieran disponibles para descarga gratuita en línea. Los agradecimientos de profesores, abuelos, mediadores, e incluso de distintas Universidades del continente, por haber puesto a disposición gratuita la versión web de esta colección es algo que nos llena de mucha alegría.
Hay allí, entonces, un compromiso social con respecto al acceso a la lectura.
Ese primer encuentro con libros puede despertar curiosidad y formar lectores. La imagen de la mamá leyéndole al hijo es hermosa, pero elitista porque el libro es un objeto cultural muy de élite. Nuestro convencimiento de hacer libros de primera infancia también va de la mano con una búsqueda de formatos más accesibles. Acercar a los lectores a este objeto sin que el tema del precio sea requisito. Nos interesa fomentar este rol social que pueden tener los libros, en lugar de sumarle barreras. Por eso hacemos alianzas con fundaciones o corporaciones que puedan llevar libros a poblaciones con menos experiencia en relación con los libros. Este es un trabajo ligado a lo social que implica acceder a libros y promover esta instancia de cariño.
La recepción no deja de ser importante, ya que si bien instaurar una editorial supone ciertos desafíos, publicar para niños y niñas en particular pareciera duplicar la dificultad… En general la publicación de libros para niños ha tenido un boom, por lo que es importante que no se repitan fórmulas que circulan. Hacer libros atrevidos, que valgan la pena y que sean novedosos, implica un desafío enorme porque hay que pensar en lectores agudos, críticos y reflexivos.
Finalmente, y como ya es de costumbre en nuestras conversaciones en Fundación Palabra, ¿qué palabra nos regalarían?
Liebre, una combinación de libro y libre que nos identifica.
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